"...la comunicación que postulamos pone en común el proyecto colectivo de una sociedad que trabaja mancomunadamente en un presente y un futuro común, sobre la base sólida de un pasado que es legado de Independencia"





lunes, 18 de diciembre de 2017

La Integración Socioeducativa - Aporte a la discusión sobre Saber y trabajo

La Integración Socioeducativa a partir de un libro de Marlene Yadira Córdova[1]
Un aporte a la discusión sobre el saber y el trabajo


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José Javier León
PFG. Comunicación Social
Diciembre 2017







“Entonces, ¿cuál es la moraleja? que la única manera que la Universidad pueda efectivamente convertirse en un centro transformador de la realidad es vincularse a través del trabajo con la sociedad, conocerla y transformarla.” Mario Sanoja (Antropólogo)
“La realización del ser humano primeramente se ejercita a través de la producción, es trabajando como el hombre transforma la naturaleza, modifica el espacio ecológico donde desarrolla su vida.” Leonardo Atencio (Profesor de la Universidad Rómulo Gallegos)
“Hoy por hoy la universidad va a la retaguardia, está rezagada frente a la realidad social, ha perdido su papel de vanguardia intelectual y de pensamiento; entonces, rápidamente se tiene que repensar estas dificultades y sincerar el conocimiento universitario, las materias universitarias, los contenidos universitarios con la auténtica realidad de la sociedad latinoamericana y no con realidades que no existen en nuestro continente, en nuestro país y que no existirán en mucho tiempo. Hay que resolver este desencuentro, porque hay mucho dinero público que se pone en juego y hay mucha frustración que resulta de ello. Usted tendrá miles de estudiantes que salen de distintas profesiones, pero sólo 10% o 5% va a ejercer su profesión, el restante 80% tendrá que dedicarse a otro tipo de actividades laborales que nada tienen que ver con su formación profesional.” Álvaro García Linera. (Vicepresidente de Bolivia)

Hay un tema pendiente y recurrente: la relación Universidad-Sociedad. Quien se preocupa por la universidad y tiene alguna sensibilidad social, termina diciendo de una u otra manera que hay una desconexión entre los dos términos. Esa separación por lo visto es histórica e invariablemente incomprensible. En otras palabras, ¿cómo es que, viendo el problema desde lejos, se tenga la impresión de estar en cuanto a la solución en el mismo lugar de su planteamiento?
El libro de la profesora Marlene Yadira Córdova, Integración Socioeducativa como Eje Estratégico para la transformación universitaria (CNU-OPSU, 2012) viene a retomar el tema, a dar luces y a poner la cuestión al borde de un planteamiento resolutivo. Lo hace pensando el tema desde la Universidad Bolivariana de Venezuela, por lo que en particular nos toca sensiblemente, pues apela a una estructura en la que las dos variables se encuentran de manera idónea para alcanzar una solución integral si se quiere definitiva.
La intuición nace de la organización de la UBV y de su compromiso fundacional de contribuir a la transformación fortaleciendo “la capacidad de relación entre estudiantes, docentes y comunidades” (p. 11). Acompañando, dice la autora, “a los pueblos desde la raíz de la vida, desde el espacio geohistórico que se dignifica por la acción concreta en los proyectos socioeducativos colectivos, propuestos por y para el pueblo en comunidad” (pp. 16-17).
Es como si dijéramos que la UBV nació con el firme propósito de reparar la separación entre la Universidad y la Sociedad, pero con todo y ese objetivo central, afirma Córdova “no existe un modelo que sirva de fundamento e integre toda la actividad que desarrolla la UBV en términos de integración socioeducativa” (p. 14). Por eso, la necesidad de su investigación y el nacimiento de este libro.
Desde mi experiencia como docente de la Unidad Básica Integradora Proyecto en el Programa de Formación de Grado Comunicación Social, he ido apuntalando un criterio que pudiera ayudar a concretar ese modelo al cual la investigación de la Doctora Córdova le ofrece fundamentos básicos epistémicos y metodológicos. Y he pensado, ya para entrar en materia, que la solución al dilema está en pensar y definir la categoría “trabajo”. 

“…los estudiantes –hay que decirlo, aunque parezca obvio- no serán siempre estudiantes, egresarán y deberán enfrentarse al reto de sustentar sus vidas y familias”

En efecto, mucho se ha pensado la relación Universidad – Sociedad a través de los Proyectos Académicos Comunitarios (PAC), pero hay un eslabón que se olvida o desatiende y es que los estudiantes –hay que decirlo, aunque parezca obvio- no serán siempre estudiantes, egresarán y deberán enfrentarse al reto de sustentar sus vidas y familias, de modo que se hace imperativo pensar que el PAC contribuya de manera decisiva a fundar en las comunidades emprendimientos productivos que solucionen de manera integral la necesidad de un trabajo liberador para nuestros egresados.
La opinión de Sergio Alvarado estudiante de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, recogida en el libro Colección por la Transformación Universitaria[2], compilación hecha por Luis Bonilla, ilustra parte del escenario actual: “ahorita uno dice ‘voy a buscar trabajo ¿Dónde? en una institución pública’, eso genera un impacto dentro de la condición socioeconómica del país y se traduce en toda la organización social y superestructural que así llamamos, que es el tema de la universidad y la lógica de la universidad” (p. 42).
El estudiante de la Universidad de Carabobo, Jeison Rondón en el mismo libro, es más específico: “El estudiante no es alguien que va a quedarse toda la vida en una cátedra; es alguien que se prepara para el trabajo, ya sea físico o intelectual. Y por eso debe asumirse desde ya esa conciencia de clase que es un trabajador en el proceso de formación calificada, calificada por el poder popular que está viendo resueltos sus problemas con la ayuda de la ciencia y tecnología que implementan los compañeros.” (p. 245)
Romper la lógica propia de la dependencia y el rentismo petrolero llama a crear un tejido productivo muy distinto al que conocemos y la Universidad Bolivariana de Venezuela como joven institución puede aportar un rediseño en las formas de trabajar, producir y transformar la realidad, que la situaría como pionera de la Venezuela socialista del Siglo XXI. Estoy convencido de que nuestra estructura y organización así lo permiten.
La UBV puede asumir plenamente, como dice Víctor Álvarez, el cumplimiento de “los artículos 3 y 5 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, [que] plantean la garantía de la educación y el trabajo como bases para alcanzar el ejercicio de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y el bienestar del pueblo” (Bonilla, p. 53).
Con Freire, Córdova “plantea la transformación radical educativa como concreción de una cultura alternativa, que exprese una transformación del sistema económico, político y social” (p. 57) y aunque existan muchas definiciones de transformación hay una que seguro conoce bien la investigadora y que se refleja en el Decreto 6217 publicado en GACETA OFICIAL DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA No 39.723, de fecha Jueves 28 de Julio de 2011, en el que el MPPEU planteó la constitución del COMITÉ PARA EL DESARROLLO DEL COMPONENTE DE INNOVACION SOCIOPRODUCTIVO DE LA EDUCACION UNIVERSITARIA, “caracterizando su marco ideológico y delineando sus funciones. En tal sentido, está planteado viabilizar una propuesta socio-productiva de nuevo tipo, inscrita en el marco de la actual transición socialista”.
En dicha resolución leemos que “Las instituciones de educación universitaria deben contribuir al desarrollo del protagonismo socioproductivo”. Además, es enfático cuando afirma que “La transformación universitaria pasa por el estímulo y apoyo al desarrollo del sistema socioproductivo de las y los estudiantes, de modo progresivo y diferencial, así como de la multiplicación del número de proyectos productivos universitarios”.
Este concepto de transformación universitaria (TU) considera entonces dos elementos: 1) el protagonismo socioproductivo y 2) estímulo y apoyo al desarrollo del sistema socioproductivo de las y los estudiantes, y la multiplicación del número de proyectos productivos universitarios. Si se contrastan estos principios con las propuestas e ideas sobre la transformación que regularmente se manejan, la distancia salta a la vista. Ejemplo de ello, vale la pena leer el libro Colección por la Transformación Universitaria (2011)[3], compilado por Luis Bonilla. En el mismo el concepto de TU apela a los argumentos que son lugar común: que las universidades deben ser más que fábrica de profesionales, que tienen que democratizar el conocimiento, que se debe buscar la excelencia, que se deben democratizar sus estructuras, que hay que abatir los muros, etc. Diríamos que abundan los qués pero escasean los cómos.
El Decreto mencionado, sin embargo, nos llama a poner los pies sobre la tierra y exhorta a las universidades no sólo a filosofar sino a buscar transformar el mundo apelando a la práctica, al hacer, al “inventar” robinsoniano, como método probatorio de las verdades teóricas.

“Tenemos que procurar que el egresado universitario salga a crear esas nuevas empresas que son expresión de esas nuevas formas de propiedad social, porque de lo contrario seguiremos con una estructura del trabajo como la que tenemos ahora, que es uno de los elementos que termina atizando y acentuando las expresiones inflacionarias”

La intervención de Víctor Álvarez recogida en el libro de Bonilla, toca de manera directa –aunque no lo aluda- el contenido del concepto de Transformación Universitaria que se delinea en el Decreto arriba citado. En su intervención leemos una relación inmediata entre transformación universitaria y transformación de la economía, lo cual pasa –según sus palabras- por crear una cultura del emprendimiento “a través del impulso de nuevos proyectos productivos que respondan a las aspiraciones de los trabajadores y la comunidad, cuya finalidad sea la prosperidad social, el fin de la pobreza y la miseria, la preservación de la naturaleza, elevación del nivel de vida y, por supuesto, la autorrealización de las amplias mayorías, el desarrollo humano integral” (p. 50).
Desde mi perspectiva, en esa intervención de Álvarez se pone al estudiante en un primer plano, cuando dice: “Tenemos un sistema de educación universitaria que gradúa gente que una vez que tiene el diploma sale a buscar trabajo, es decir, el mapa mental que gobierna al egresado y a la propia universidad es la formación de empleado, mas no de emprendedores y entonces tenemos que con esta atrofia en el aparato productivo son muy pocas las empresas que pueden generar puestos de trabajo estables y bien remunerados para la gente” (p. 48). Más adelante, lo reafirma: “Tenemos que procurar que el egresado universitario salga a crear esas nuevas empresas que son expresión de esas nuevas formas de propiedad social, porque de lo contrario seguiremos con una estructura del trabajo como la que tenemos ahora, que es uno de los elementos que termina atizando y acentuando las expresiones inflacionarias” (p. 54).
Propone Álvarez, transformar desde las universidades la economía rentista y para ello piensa una “articulación de la universidad con el desarrollo local [como un] un objetivo básico de la universidad productiva, de allí la importancia y el papel del emprendedor universitario en la identificación de las vocaciones y las necesidades de la comunidad, la organización y desarrollo de las potencialidades económicas y productivas, así como el abordaje inteligente y la resolución eficaz de las tensiones y conflictos que se generan en el periodo de transición de una lógica que podía estar muy centrada en el individualismo y en el afán de lucro personal hacia otra lógica basada en la solidaridad y el interés colectivo” (p. 50).
La idea es que transformar la universidad pasa por transformar la economía y en ese proceso juegan un papel preponderante los estudiantes, quienes de acuerdo a ese modelo de universidad deben ser formados como emprendedores: “El estímulo de ese espíritu emprendedor del egresado universitario debe estar dirigido a confrontar la lógica explotadora y depredadora del capital” (p. 50).
Pero una pregunta salta a la vista: ¿cómo formar el espíritu emprendedor si no es precisamente en el pre-grado? A lo que siguen las preguntas: ¿qué es el espíritu emprendedor y cómo se forma? Para dejar de pasearnos en el aire debemos crear las condiciones materiales y concretas para crear emprendimientos y emprendedores, en función de ello los PFG es decir, los Programas de Formación de Grado deben incorporar los componentes socio-académicos, epistémicos y metodológicos que conlleven la cultura del emprendimiento. Definitivamente debemos formar a nuestros estudiantes en la gestión socialista de proyectos productivos.
Para finalizar este aparte citaré en extenso a Víctor Álvarez:
“Esta orientación permitirá formar a los emprendedores socialistas en función de resolver problemas concretos de la comunidad, inventando e innovando soluciones originales acordes con las características concretas de la comunidad, en lugar de rebuscar y pretender extrapolar o aplicar mecánicamente recetarios extraídos de libros escritos para sociedades capitalistas o para entornos con problemas y desafíos muy diferentes a los que tenemos nosotros y a los que tiene esta transición de una economía capitalista a una economía socialista.
Es así como la nueva universidad contribuirá a la transformación de la economía capitalista a un nuevo modelo productivo socialista, que haga posible la apropiación y reapropiación colectiva de la riqueza producida por el conjunto de la sociedad, la cual está llamada a participar de forma activa y protagónica en la transformación de esas viejas relaciones de explotación y exclusión para desarrollar otras nuevas relaciones de inclusión sobre la base de los principios antes planteados.” (pp.50-51)
Si comparamos estas líneas del año 2011 con la Resolución Nº 1282 -del mismo año, por cierto- “mediante la cual se crea, en el Marco de la transformación socioproductiva del país un Comité para el Desarrollo del Componente de Innovación Socioproductiva de la Educación Universitaria”, encontraremos más de una coincidencia, en efecto citemos uno de sus considerandos:
Las instituciones de educación universitaria deben contribuir al desarrollo del protagonismo socioproductivo y del potencial creativo para acompañar el desarrollo humano integral del Poder Popular, en la construcción de una nueva sociedad democrática, basada en la ética del trabajo y en la participación activa y protagónica del pueblo trabajador en los procesos de transformación social, a través de sus proyectos de vida colectiva entrelazados con los planes de desarrollo local, regional y nacional
Por su parte, Córdova en su libro busca diseñar un modelo de Integración Socioeducativa (ISE) que conjugue Universidad-Comunidad-Estado avanzando juntos hasta construir “una totalidad comprometida con la formación-investigación-acción-participación-transformadora en el sentido del proyecto de nación” (p. 100). Con palabras sencillas, en un marco global que refiere al compromiso de las universidades con la sociedad, Carlos Zambrano, profesor de la Universidad de Carabobo, afirma:
Habría que repensarse cómo es que se hace un proceso de formación. Estamos actuando en una instancia de trabajo, en el centro de investigación en el cual me muevo, tratando de ensamblar los procesos de investigación con las necesidades sociales. Estamos en los barrios y en las cooperativas, en las empresas recuperadas, en las empresas privadas, en las empresas públicas, en las instancias gubernamentales, formando docentes, haciendo cosas para ver qué ocurre con la variación de la visión de formación; entonces, la gente aprende desde el mismo proceso de detección de las necesidades, no desde lo que el libro dice. (Bonilla, p. 190)
El modelo de Córdova busca precisamente, “crear condiciones para que (…) sea eslabón fundamental para el trabajo por prioridades de acuerdo a las realidades locales, regionales, enmarcadas en los procesos nacionales” (p. 175). En efecto, “La UBV debe asumir el compromiso con las comunidades; a partir de ello se define y aplica mecanismos que le den al PAC el contenido específico de esa localidad. Al mismo tiempo, atendiendo a la necesidad de pertinencia, al carácter geohistórico de cada espacio de acción, debe asumir en lo operativo, mecanismos que permitan fluidez y armonía con las necesidades específicas de cada región. Ello permitirá desarrollar el modelo con criterios de pertinencia, flexibilidad, coherencia” (p. 175).
No obstante, en el libro aparece escasas veces un vínculo entre la ISE -a través de los Proyectos Comunitarios- y la dimensión trabajo. En algunos momentos parece estar implícito, como cuando afirma que se deben involucrar “estudiantes, comunidades e instituciones del Estado, desde una posición democrática activa en la transformación de la realidad, en función de potenciar el protagonismo de los actores sociales implicados en su gestión para su configuración como sujetos históricos” (p. 176)
O en la página siguiente cuando dice que debe “Fortalecer el encuentro y diálogo de saberes en función del desarrollo endógeno y la capacidad socioproductiva, regional y local” (p. 177). Más claro es cuando en la página 181 de la edición leída, afirma que la educación universitaria debe crear “Condiciones para el encuentro y diálogo de saberes en función del desarrollo endógeno y la capacidad socioproductiva regional y local”.
En otro momento, aunque el concepto de trabajo siga implícito, se puede observar el objetivo estratégico de la integración socioeducativa cuando plantea la “incorporación planificada a la producción local y nacional, trabajo direccionado con las instituciones del Estado” (p. 180).
Destaco la condición implícita del concepto trabajo porque creo que es preciso nombrarlo como tal para poder pensarlo específicamente. No debe quedar supuesto, sugerido o darse por entendido porque precisamente desde la Coordinación de Integración Socioeducativa deben crearse las condiciones para, como dice Córdova, “enlazar los objetivos puntuales de cada Proyecto Académico Comunitario (PAC) con los objetivos estratégicos del Proyecto Nacional Simón Bolívar” (p. 184) hoy Plan de La Patria, y eso sólo se puede lograr si se actúa de manera consciente y planificada en el diseño y organización de las formas de trabajar.
Debemos convencernos de que el trabajo es el elemento que puede establecer verdaderas, reales y concretas “conexiones entre la teoría y la práctica y entre el saber y el hacer” (p. 185) “La solución a nivel general, dice Jeison Rondón, (…) es la unión del estudio y del trabajo, porque la unión de la teoría y la practica en la resolución de los problemas nacionales va a acercar al estudiante al pueblo trabajador y, sin duda, permitirá esa ansiada meta de los movimientos universitarios, que es el control popular sobre las universidades; eso se puede lograr pero solo si la universidad se vuelca a resolver problemas concretos de la dinámica nacional” (Bonilla, 244-245).

“Debemos convencernos de que el trabajo es el elemento que puede establecer verdaderas, reales y concretas “conexiones entre la teoría y la práctica y entre el saber y el hacer”

También lo dice con claridad Vicente Moronta, estudiante de la Universidad de las Artes: “la territorialización de la educación universitaria significa la unión del estudio y el trabajo, es la superación de esa separación (…) entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre la teoría y la práctica, es decir, la territorialización para nosotros es la universidad en la calle, la universidad ha tumbado sus murallas, ya no es un recinto, es la fábrica, es la unión del estudio con el trabajo” (Bonilla, pp. 62-63). “Esta universidad –dice Freddy Moncada- se centraría en la formación de seres humanos, en valores para participar integralmente en la vida de la comunidad, incluyendo sus formas de trabajo y de tratamiento de las necesidades y problemas inherentes a ella.” (p. 170)
Debemos insistir en que nuestros estudiantes necesitan trabajar (hacer y sostener sus familias, algunos incluso ya tienen niños) culminada su formación, y deben hacerlo no en el marco de la economía capitalista víctimas de su depredador “mercado laboral” sino en el campo socioproductivo de la revolución bolivariana, diseñado desde abajo y desde las bases a través de la “conformación de redes científico-técnicas y humanísticas en función de las realidades locales” (p. 181).  
Pero, para que los estudiantes y futuros egresados puedan trabajar y recibir el ingreso económico que las leyes estipulan debe diseñarse un Proyecto Académico Comunitario basado en estudios de factibilidad económica, social y política que garanticen el desarrollo de la experiencia productiva de manera que sea posible el desarrollo endógeno, local y comunal que el socialismo y el país potencia necesita.
“Tenemos que romper –dice Leonardo Atencio- con [el] esquema academicista y empezar a trabajar con proyectos factibles, productivos, y esto que digo es una utopía delirante, pero si no empezamos expresando nuestros sueños no vamos a llegar a ningún lado” (Bonilla, p. 211-212).
La pregunta entonces es la siguiente: ¿reciben nuestros estudiantes formación en viabilidad y sustentabilidad económica de proyectos? ¿No nos ha parecido siempre que los PAC tienen una función meramente académica? ¿Se plantea acaso que los proyectos académicos trasciendan la formación profesional y tengan incidencia e impacto real en el tejido social y económico de las comunidades y más allá?
Para que el PAC se convierta en una plataforma para el desarrollo profesional de los egresados se precisa formación y capacitación en emprendimiento productivo, para ello la ISE deberá incluir los mecanismos y estrategias que faciliten la formación en diversas áreas desde la administración de empresas hasta las distintas fases del proceso productivo, específicamente, en talleres y prácticas profesionales por áreas tanto generales como de especialización, que incluyan la sustentabilidad y viabilidad técnica, tecnológica y económica de los proyectos; finalmente, se deberá incluir la creación y administración de un Fondo para el Financiamiento de Proyectos Productivos que aporte lo que se conoce como “capital semilla”, el impulso inicial para las experiencias productivas.   


En el esquema que sugiero hago una apretada síntesis de los planteamientos que hizo Córdova con unos aportes suministrados por la práctica y la reflexión como docente de la Unidad Proyecto, preocupado por el futuro laboral –hasta ahora y tradicionalmente incierto- de nuestros egresados. En tal sentido, considero que la ISE debe tener al menos cuatro momentos:
1) el Estudio y Comprensión del Plan de la Patria que les permita a los grupos de proyecto (estudiantes, profesores, comunidad organizada y poder popular) definir y emprender un proyecto cuyo Objetivo General esté enmarcado en los Objetivos Estratégicos del Plan de la Patria. Este proyecto debe tener como meta convertirse en un Proyecto Socioproductivo en la figura, por ejemplo, de Empresa Socialista Comunal Directa, por lo cual resulta imperativo que se cumpla;
2) la incorporación en el PFG de Unidades Curriculares que contribuyan a la formación en economía productiva y organización para los emprendimientos productivos, todo ello en el marco de;
3) un plan de formación que involucre a todo el Eje Territorial en Economía Productiva a través de Cursos, Talleres, Diplomados, Maestrías y Doctorados.
Finalmente, para que los proyectos ganen en el mediano y largo plazo viabilidad, se requiere;
4) la instrumentación de un Fondo Regional para el Financiamiento de Proyectos Productivos y la creación de escenarios para el establecimiento de relaciones interinstitucionales como por ejemplo una Feria Productiva que ayude a visibilizar los proyectos y promover sus objetivos y alcances territoriales.
Para concluir, todos sabemos que venimos de una formación que desvinculó a la Universidad de lo productivo. El esfuerzo que nos toca es el de unir las cosas [el Saber y el Trabajo], de modo que cuando pensamos en cómo producir debemos materialmente hablando ver cómo es que podemos organizarnos para la producción.

“…para que los estudiantes y futuros egresados puedan trabajar y recibir el ingreso económico que las leyes estipulan debe diseñarse un Proyecto Académico Comunitario basado en estudios de factibilidad económica, social y política que garanticen el desarrollo de la experiencia productiva de manera que sea posible el desarrollo endógeno, local y comunal que el socialismo y el país potencia necesita”.

Como docentes tenemos una responsabilidad, porque los estudiantes tienen derecho al trabajo digno y liberador. ¿Cuál entonces ha de ser la estrategia para conducir a los estudiantes en esa dirección? Se trata de ver cómo en el marco legal estatuido están incluidos nuestros estudiantes y nuestra responsabilidad como docentes.
Debemos proponer, y como docentes y estudiantes pensar, cómo generamos unidades socio-productivas en las que participen nuestros estudiantes y las comunidades. Ellos tienen varios elementos a favor: territorialidad, juventud, esperanza, tienen el capital social y cultural que aportan la Universidad, las relaciones, las organizaciones; faltan los enlaces que permitan fortalecer todas esas dimensiones.
Propongo estudiar cómo es que se organizan las unidades de propiedad directa comunal, y cómo es que pudieran participar en su organización nuestros estudiantes. Cuando hablamos de pueblo y poder comunal no hablamos de algo ajeno o externo, hablamos de nosotros, de nuestra militancia y la de nuestros estudiantes.
Un punto a resaltar es que el financiamiento para los proyectos, si están en el marco del sistema comunal y la territorialidad, lo construye participativamente el pueblo organizado, y eso es muy importante a la hora de la viabilidad, factibilidad y sostenibilidad de los proyectos:
El Plan de Inversión Comunal Participativo es un ejercicio de democracia participativa y protagónica mediante el cual las comunidades, organizadas en consejos comunales, frentes y movimientos so­ciales, las comunas, y todas las formas de Organización de Base del Poder Popular (OBPP), reflexionan sobre sus necesida­des y analizan sus potencialidades a nivel parroquial y municipal, las priorizan, las convierten en proyectos viables, planifican su ejecución y elaboran un Plan de Inversión con un presupuesto determinado que es presentado ante el Consejo Federal de Gobier­no, y es ejecutado por ellas mismas, con el apoyo de los gobiernos locales y los entes del Ejecutivo Nacional.

Aquí encontramos aspectos metodológicos a los que hay que ponerle músculo y nervio, pero sin duda está dada la ruta. Hay que aportarle la subjetividad a lo que está planteado, en ese sentido considero que los estudiantes hacen parte de comunidades y los proyectos deben reflexionar sobre las necesidades y analizar potencialidades, nacer pues, del diagnóstico. Nuestras carreras o Programas de Formación están llamadas a construir con los estudiantes instrumentos de análisis, de diagnósticos, de esas realidades y potencialidades, precisamente porque estamos convocados a la producción soberana.
Desde los PFG se deben estudiar los fundamentos de La Gestión Socioproductiva, la cual se define “como un proceso económico, político y social que se desarrolla en la comunidad, el cual permite hacer de manera efectiva la participación popular en el desarrollo de los procesos productivos, que se desenvuelven en un espacio determinado teniendo como objetivo fundamental la creación de nuevas relaciones sociales de producción, bajo los principios del trabajo liberador, solidaridad, control social, eficacia, eficiencia y autogestión. De igual manera es la encargada de impulsar la conformación de las Organizaciones Socioproductivas contribuyendo así a la construcción de un nuevo modelo económico socialista fundamentado en la economía comunal, en donde se desarrollen nuevas fuerzas productivas, como alternativa al modelo capitalista salvaje y que permita convertir la nación en un país potencia en lo económico para así poder alcanzar los objetivos históricos del Plan de la Patria 2013- 2019.”[4]
Como se ve, esto responde a un modelo de país, que no debe atender a circunstancias actuales o a una coyuntura. Resulta estratégico que revisemos instrumentos y acatemos una racionalidad que está a la mano y que tenemos que conciliar en función de intereses docentes, estudiantiles y comunitarios.




[1] Córdova, Marlene Y. (2012) Integración Socioeducativa como eje Estratégico para transformación Universitaria: Modelo de Gestión. CNE-OPSU. Venezuela
[2] (Comp.) Bonilla, Luis (2011) Colección para la Transformación Universitaria. Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria y el Centro Internacional Miranda. Se puede leer en http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/cim/20170102053754/pdf_201.pdf
[3] (Comp.) Bonilla, Luis (2011) Colección para la Transformación Universitaria. Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria y el Centro Internacional Miranda. Se puede leer en http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/cim/20170102053754/pdf_201.pdf
[4] Ver: SAFONAPP (Servicio Fondo Nacional del Poder Popular): http://www.safonapp.gob.ve/?page_id=28

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